viernes, 14 de mayo de 2010

Entrevista de trabajo


Los fluorescentes medio averiados del edificio chisporroteaban a la par que lanzaban quedos destellos de luz verdosa. Las agrietadas y viejas losas del suelo están mojadas por el agua que se escapa de algunas tuberías que trepan por las paredes de hormigón, donde cuelgan viejos y roídos caerteles anunciando películas de bajo presupuesto que todos ya han olvidado.

A través de la escalera que comunica interior con exterior resuena el eco de unos pasos. Nuestro hombre es el causante. Camina con paso tranquilo y despreocupado, con la cara del hombre que sabe lo que busca. Enciende un cigarrillo para darse valor, pero no da ni dos caladas cuando lo arroja al suelo y lo apaga de un fuerte pisotón. Con una sensación como de vacío en el interior de sus entrañas, se dirige a una puerta de metal tatuada con óxido. La golpea con los nudillos y el golpeteo suena a una lata de coca-cola pateada en la soledad de un descampado.

Se oyen entonces unos pasos y la puerta se abre con un suave chirrido al tiempo que un hombre calvo y musculoso aparece apuntándole con una Beretta 84.

-Ah...- Murmura tras mirarle de arriba a abajo- és vostè...

Nuestro hombre sonríe, contento de que el hombre no haya apretado el gatillo. Todavía.

Le hace una seña y le hace pasar. El cuartucho es pequeño y miserable. En una mesa se pueden ver desperdigadas varias revistas porno y una botella de ginebra medio vacía. Sobre un estante, encerrada en la caja de una radio, una monótona voz da el parte de las noticias del día.

Bruce Willis se arrellana en una silla, toma una de las revistas y la comienza a ojear con los pies sobre la mesa.

-Fa fred, ¿eh?- Murmura con una sonrisa- el Cap no trigarà a dir.

Nuestro hombre sonríe y mira para el suelo arrastrando los pies.

Tras unos minutos que parecen horas, suena una voz en una habitación contigua. Bruce Willis le hace una seña a nuestro hombre para que entre.

La sala es poco mejor que la anterior, pero al menos tiene pretensiones. Falsificaciones de famosos cuadros cubren los desconchones. La maltrecha bombilla tiene al menos una pequeña y cutre pantalla. En una especie de escritorio reposa un libro de poesía de Anuar Zúñiga Naime y una Desert Eagle cromada en oro. El Jefe es de esos hombres gordos, medio calvos y con bigotito que parece que se han quedado en los años 30.

-Bona nit, vaig venir per això del...- Comienza nuestro hombre-.

-No se preocupe- Le corta el Jefe- Estoy seguro de que preferirá hablar en español, ¿no?

Nuestro hombre asiente con una sonrisa.

-Bien, bien... veo que ha sabido encontrarnos... me han hablado bien de usted. Según me han dicho mis informadores (y comprobado, que todavía tengo a tres de mis hombres hospitalizados por el tiroteo que usted mantuvo con ellos en el Muelle Deportivo) es hábil en el manejo de armas y un buen conductor. Además, es lo suficientemente callado como para no irse de la lengua, ¿eh? Bien, bien. Contratado. Su primera misión consistirá en un envío de mercancía que recibiremos en el Musel, en un carguero de trigo procedente de México. Usted estará allí para recogerla. Me aseguraré de preparar sus papeles para que no haya ningún problema. debería ir marchando, la mercancía no vendrá hasta nosotros por si sola.

Nuestro hombre asiente y se da la vuelta para salir del despacho. Entonces suena un disparo y nuestro hombre cae al suelo. Una irregular mancha rojiza brota de su espalda.

-¿Es creia el poli que ens anava a enganyar?- Dice triunfal el Jefe-.

Acto seguido se dirige a Bruce Willis.

-Penja-ho en una bossa i llença'l al mar. Que serveixi d'avís per a pròxims espavilats.

Bruce Willis asiente y se lleva el cadáver.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Jajaja, deberías hacerte escritor macho :P
Bonita historia con su moraleja (la cuál no he encontrado todavía).

Slayer dijo...

Nah, esta historia no tiene ninguna moraleja. Es una mera escena, una historia inconexa de la que apenas sabemos los hechos previos y de la que desconocemos los hechos posteriores.