viernes, 22 de enero de 2010

Infancia muerta


Bueno, veréis. me hubiera gustado publicar esta entrada el lunes, que después de todo es cuando ocurrió esto, digamos, el "suceso", pero por razones de tiempo, que, como veréis, va a ser algo habitual en el blog, me veo obligarlo a publicarlo hoy.

Pues bien, nuestro "suceso" ocurrió, como ya dije antes, el lunes de esta semana. Hacía ya algunas semanas, quizá meses, que se iban anunciando una serie de obras en la calle donde vivo. Es una avenida bastante ancha, y aunque no conozco con exactitud los planes de obra, el principal "plato fuerte" de este miserable y cicatero método de financiar el ayuntamiento removiendo cemento consistía en abrir un enorme "Parking subterráneo para residentes" (Letra pequeña: Seas o no residentte, si quieres entrar, paga) que bueno, lo único que necesitáis saber es que abarca de lleno el tramo de la avenida donde vivo. Pero, entre otra de estas, llamemémoslas, "obras", se incluía un ensanchamiento de la carretera (que ya es de por sí bastante ancha) para meter un carril bici. Las críticas a los otros aspectos de la obra ya las oiréis si veo que la entrada me ha quedado corta, pero lo que ahora nos ocupa es esta pequeña "manualidad".

Era lunes, declarado internacionalmente como el día más odioso de la semana. Anunciaron por la radio que las obras iban a empezar y luego, bueno, lo típico: El tráfico estará restringido, etc., etc., etc.

Salgo a la calle. Se empiezan a vislumbrar las primeras señalizaciones indicando el inicio de la obra y yo, buf, ja claro, dos a uno a que pasa un mes y siguen así.

Pero estaba muy equivocado. Cual no será mi sorpresa, cuando, al volver del instituto me encuentro con que los funcionarios del ayuntamiento encargados de este tipo de menesteres con sus motosierras estaban talando unos plátanos (o plataneros, nunca supe cómo se dice exactamente) que estaban plantados en la acera.

Y es aquí donde entra el drama. Ya sé, puede que penséis que tan poco hay que ponerse así por unos árboles, pero, tío, no son unos árboles cualquiera. Son tus árboles. Unos árboles que te vieron nacer, crecer, que allí estaban, tapizando la acera de la avenida con el mullido colchón de sus secas hojas en otoño, reverdeciendo en primavera y brindando la única sombra sobre la acera en los sofocantes días de verano. Allí estaban, lloviese, tronase, o nevase, cosa rara de ver porque aquí nunca nieva. Y de repente, ¡Bum! cuarenta fructíferos años de vida truncados por un filo de acero inoxidable. ¿Su delito? Estorbar la construcción de un inútil carril bici que nadie usará. ¿Indulto? Ninguno. No hay perdón para los que se interponen en las obras del Ayuntamiento, vaquero. ¿Podían haber sido trasplantados? Posiblemente. Pero resulta mucho más cómodo despacharlos de un puntapié que romperse la cabeza buscándoles una nueva residencia. ¿Supervivivientes? Sí, pues solo fueron barridos aquellos que estorbaban de manera explícita la obra. (Algo bueno tenía que tener esto, carajo, que la vida nunca es blanca o negra, sino gris)

Como comprenderéis, mi disgusto por esto es grande. Pero lo peor de todo es que nadie dijo nada. Ni siquiera yo, dada mi condición de cobarde profesional. Vale, no eran secuoyas milenarias de California, pero eso no quiere decir que no tengan derecho a seguir vivos. En fin, al menos tengo la conciencia tranquila de haberos contado la historia a vosotros. Sé que mucho no podemos hacer, pero oye, quería dedicar este post en memoria de aquellos queridos tutores infantiles de hojas verdes.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Muy buena entrada, pero tu tranquilo esto es así, la vida, algo malo ha sucedido. Tarde o temprano pasará algo bueno, y no me refiero a esa mierda de carril bici (que a mi me robaron la bici). Sigue subiendo buenas entradas que tienes a un grupito que te sigue como si fueras dios ;)

Slayer dijo...

Gracias por los ánimos, tío.
Pues sí, la vida es una m****, al fin y al cabo, y yo ya sabía que un puyazo de ese tipo ya me iba acaer (Y los que me quedan) Pero bueno, aunque sabes que va a pasar, cuando pasa... duele

Druid dijo...

Lo prometido es deuda...y aquí está mi promesa de publicar una respuesta.
Estoy plenamente de acuerdo con tu entrada... ya bien se sabe que lo que molesta se quita de un plumazo... mejor matarlos que buscarles un nuevo hogar... y evitaré comparaciones...

A lo que iba, y como moraleja... un carril bici, tan típico de los niñitos ecologistas, que implica matar árboles...¡menuda paradoja!