viernes, 25 de diciembre de 2009

... Y llegó la Navidad

Bueno, no creo que haga falta que os diga que día es hoy, ¿No? Sí, hoy es un día muy especial. Un día en el que, por increíble que parezca, la gente se olvida de sus rencillas. Ya no importa el tú me hiciste esto o el tú me hiciste aquello, la gente pacta una tregua y por una vez en todo el año hacen las paces.
Vale, ya sé que en los países en guerra no se hace alto al fuego y los soldados se van a cantar villancicos con los del bando contrario, pero no olvidemos que hoy es un día como otro cualquiera, al que nuestra tradición desde los tiempos de la pera lo ha convertido en algo tan especial. Y no, no voy a decir ahora la útopica frase de "sería genial que todos los días del año fueran así", porque sé que no va a ser así. La verdad, para seros sinceros, me resulta admirable que "el espíritu navideño" se mantenga aún estos días, en una sociedad tan oscura y deprimente, donde el propio ego y la ley de la jungla se alzan como reyes. De hecho, creo que hasta sería pernicioso que todos los días del año fueran así de "paz y amor" como en las antiguas películas americanas a blanco y negro, donde todo acababa feliz y la nieve era tan falsa como un político en elecciones porque dice un dicho (O quizá me lo acabo de inventar yo, no sé bien) que no podrás esquivar un golpe por mucho que apartes la visión del puño zumbando directo a tu mandíbula. Y tienen razón. Si en la sociedad occidental todos los días fueran "happy movie with happy end" nos olvidaríamos que en otros mundos, en otras regiones no tan lejanas a la nuestra, se siguen regando los campos con sangre, siguen habiendo guerras, sectarismo, miseria, hambre. No quiero decir que sabiendo lo que ocurre en esas zonas azotadas por tales plagas podamos hacer nada, porque dar dinero a una ONG no es la solución, y tampoco lo es, por supuesto, ponernos una túnica blanca y pasearnos por el campo de batalla en plan "apóstol de la paz" pero por el hecho de que no podamos hacer nada por solucionarlo no debemos volver la cara y alejarnos con pasos inseguros mientras intentamos convertir la imagen del hombre perdiendo sus piernas por una ráfaga de metralla en un suculento pavo de navidad. El escapismo, refugiarnos de la cruda realidad tras nuestra cómoda sociedad consumista no nos servirá de nada. Porque nosotros, tarde o temprano, también tendremos que pasar por ello (Inserte ahora redoble de tambores propio de una superproducción bélica de Hollywood)
En fin, no os amargo más estas fiestas. Tened todos mis más sinceros deseos de una feliz Navidad y que la paz relativa de estas fechas entren también en vuestros hogares.

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